Ayer caminando y pensando, vi un cartel y en el se indicaba la proximidad del Museo del Holocausto. Siempre oí hablar de él nunca había ido. Decidí cambiar de rumbo y entrar. Solo 200 metros para llegar, un edificio sin ninguna decoración ni ostentación, unas barras de seguridad el único adorno, por asi decirlo sobre el cordo de la vereda, igual a todas las instituciones israelíes luego de los atentados a la Embajada de Israel y la AMIA (Asociación Mutual Israelita-Argentina).
Cuando se entra siente una atmósfera de respeto y luto. Ese luto que permanece como una herida en lo mas profundo del alma del pueblo de Israel. Luego de un corredor, me encontre con una sala donde se cuenta brevemente la pesadilla de los judios europeos. De la cual muy pocos sobrevivieron para contarlo y muchos lo hicieron solos despojados de sus seres por la furia irracional del Tercer Reich.
Como historiador, pude ver y apreciar con la razón los objetos que alli se exhiben, desde un simple trozo de metal perteneciente a algún israelí o a algun objeto de los que fueron extraidos de Auschwitz-Birkenau.
Pero desde el plano humano los vi con los sentimientos, pensando a quien pertenecieron, como fue esa persona, asesinada solo por su origen.
En cuanto al objeto que era un pedazo de alambre de púa, cuantas vidas se cobró, a cuantas familias separó (los alambres de púas de Auschwitz estaban eletrificados solo tocarlos significaba la muerte, muchos prisioneros se arrojaron a ellos con tal de terminar con su suplicio)
Se cuenta la historia de muchas familias, a quienes se les fue cortando la libertad (Nürnberger Gesetze), se les arrebató su hogar (Ghettos) y finalmente sus vidas (Konzentrationslager).
Un altar con la Estrella de David en relieve y sobre ella la Toráh, enfrente un mural con pequeñas placas, en ellas nombres, muchos nombres. Los argentinos/as de fe judía que fueron asesinados durante la Endlösung (Solución Final) en parte en represalia por la rotura de relaciones diplomáticas de la Argentina con el Tercer Reich. Como señal de respeto, encendi una vela alli y coloque una piedra, ritual que desconozco aun su significado. Pero que mi interior me dice que una acción de profundo respeto hacia los muertos.
Con la Shoá se cambió la historia. Con el Holocausto se escribieron nuevas paginas en lo que atrocidad humana se refiere.
Algo que me impactó tambien fueron dibujos. Obras de arte hechas por un niño y una niña que junto con sus familias fueron confinadas al Ghetto de Varsovia. Y que solo salieron de ahi para su muerte, seres de 11 y 14 años. Dos entre 250.000 seres que estaban entre la niñez y la adolescencia que fueron exterminados solo por ser diferentes.
Y la tolerancia mundial frente a estos hechos.
Solo unos pocos tuvieron el coraje de arriesgar sus vidas para salvar inocentes de los nazis. Sin pedir nada a cambio, a riesgo de la vida propia y de su familia, salvaron almas y se ganaron las llaves del Paraíso.
Kol hamekayem nefesh ahat, keilu mekayem Olam male
(Quién salva una vida, salva al mundo entero)
Talmud Yerushalmi (Parte 12)
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