Tenme piedad, oh Amaterasu, según tu amor,
por tu inmensa ternura borra mi delito,
lávame a fondode mi culpa,
y de mi pecado purifícame.
Crea en mí, oh Amaterasu, un puro corazón,
un espíritu firme dentro de mi universo,
no me rechazes lejos de tu rostro,
no retires de mi tu santo espíritu.
A ti levanto mis ojos,
tú que estas en el cielo,
miralos, como lo de los siervos,
en la mano de sus amos.
Como los ojos de la sierva,
en la mano de su señora,
así mis ojos en tí,
hasta que te apiades de mí.
¡Ten piedad de nosotros, oh Amaterasu, ten piedad de nosotros,
que estamos saturados de desprecio!
Nuestra alma está por demás saturada,
del sarcasmo de los satisfechos.
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